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Tarta de queso reinventada: raciones de Manchego e Idiazábal con membrillo y nueces

Tarta de queso reinventada: raciones de Manchego e Idiazábal con membrillo y nueces

Introducción

Si te apasiona la tarta de queso, el queso en general y los buenos vinos, esta propuesta te va a conquistar. Hoy vamos a convertir la idea de la clásica tarta de queso en una versión salada, perfecta para compartir como ración o tapa: Raciones de Queso Manchego e Idiazábal con Membrillo y Nueces.

Imagina los matices: el punto salino y mantecoso del Manchego, el toque ahumado y ligeramente picante del Idiazábal, la dulzura sedosa del membrillo y el crujiente tostado de las nueces. Todo ello servido en una tabla que recuerda visualmente a una tarta de queso desestructurada, ideal para abrir una comida, acompañar un buen vino o coronar una cena informal entre amigos.

A lo largo del artículo te contaré el origen de esta combinación, cómo montar las raciones paso a paso, qué vino elegir para que el maridaje sea perfecto y algunos trucos para que tu tabla de quesos se convierta en una experiencia de restaurante… pero en casa. Y, por supuesto, verás cómo esta idea conecta con el universo de la tarta de queso moderna: creativa, instagrameable y pensada para disfrutar sin prisas.

Sobre este plato: una ‘tarta de queso’ muy nuestra

En España, pocas cosas hay más nuestras que terminar una comida con queso, membrillo y nueces. En Euskadi, el queso Idiazábal con dulce de membrillo y nueces es un postre casi de culto: lonchas de Idiazábal, barras de membrillo y un canasto de nueces para partir en la mesa, sin complicaciones, pero con un sabor inolvidable. En La Mancha, el queso Manchego curado con membrillo y nueces se sirve como tapa o remate perfecto de una comida tradicional.

Esta receta junta lo mejor de esos dos mundos: la potencia del Idiazábal y la personalidad del Manchego, ambos quesos de oveja con Denominación de Origen, acompañados del clásico membrillo y un puñado generoso de nueces. El resultado es una tabla que, por su forma de presentarse en porciones, recuerda a una tarta de queso servida en raciones, perfecta para el tapeo y las reuniones improvisadas.

En una cultura como la española, donde las tapas, los picoteos largos y las cenas tardías forman parte del día a día, estas raciones encajan como un guante. No requieren cocción, se preparan en minutos y permiten lucir producto local de calidad: quesos con DO, membrillo artesanal, nueces nacionales y, por supuesto, vino español de nuestras principales regiones.

Además, es un plato extremadamente versátil: puede funcionar como entrante, como tapa para acompañar un vino por copas o incluso como postre salado para quienes no son muy golosos pero aman el queso más que cualquier tarta de queso dulce.

Ingredientes clave y por qué funcionan juntos

Queso Manchego

El queso Manchego curado aporta una textura firme, ligeramente granulosa, y un sabor intenso, salino, con notas de frutos secos y mantequilla. Es un queso de carácter, perfecto para contrastar con el dulzor del membrillo. Cortado en triángulos o pequeños rectángulos, crea una base sólida en cada bocado y se mantiene estable en la tabla incluso a temperatura ambiente.

Para estas raciones, lo ideal es un Manchego curado o semicurado, según el punto de intensidad que te guste. El curado resiste mejor los vinos con más estructura (Rioja o Ribera del Duero), mientras que el semicurado dialoga mejor con blancos con buena acidez o espumosos.

Queso Idiazábal

El Idiazábal, especialmente en su versión ahumada, aporta un toque ahumado y ligeramente picante, con aromas a leche de oveja, hierba seca y humo suave. Es el contrapunto perfecto al Manchego: donde uno es más mantecoso y redondo, el otro es más intenso y directo. Al combinar ambos en una misma tabla, consigues profundidad y variedad sin salir del mundo de los quesos de oveja.

En términos de maridaje, el Idiazábal pide vinos con buena acidez y estructura, capaces de limpiar la grasa del queso y respetar su carácter. Aquí entran en juego tintos jóvenes con fruta marcada, blancos con crianza sobre lías e incluso algún generoso seco.

Membrillo

El dulce de membrillo es el gran aliado tradicional de los quesos de oveja en España. Su textura compacta y sedosa, su dulzor equilibrado y ese puntito de acidez hacen que cada porción sea como una mini tarta de queso en bocado: base salada (queso), capa dulce (membrillo) y, en nuestro caso, topping crujiente (nueces).

El membrillo suaviza la potencia salina y láctica del queso y lo hace más accesible incluso para quienes no están acostumbrados a quesos curados. Además, ayuda mucho en el maridaje, porque el toque dulce abre la puerta a vinos afrutados, espumosos y blancos aromáticos.

Nueces

Las nueces aportan textura y complejidad: ese crujiente ligeramente amargo y graso que redondea el bocado. Contrastan con la suavidad del membrillo y se integran a la perfección con los matices de frutos secos que ya tienen los quesos curados.

Además, las nueces son un puente fantástico hacia muchos vinos: mejoran la percepción de los tostados en vinos con crianza en barrica y combinan muy bien con notas de frutos secos presentes en algunos blancos de Rueda o espumosos de larga crianza.

En conjunto, Manchego + Idiazábal + membrillo + nueces funcionan como una versión española y salada de la tarta de queso moderna: juego de texturas, contraste dulce–salado y mucho carácter.

Receta: Raciones de Queso Manchego e Idiazábal con Membrillo y Nueces

Ficha rápida

  • Raciones: 4 personas (como tapa generosa)
  • Tiempo total: 10–15 minutos
  • Dificultad: Muy fácil
  • Tipo de plato: Tapa / entrante / postre salado

Ingredientes

  • 200 g de queso Manchego curado (en cuña)
  • 200 g de queso Idiazábal (ahumado o natural, al gusto)
  • 150 g de dulce de membrillo de buena calidad
  • 60–80 g de nueces peladas
  • 1–2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra suave (opcional, para dar brillo)
  • Opcional para decorar:
  • Unas hojas de tomillo fresco o romero muy finamente picado
  • Un toque de pimienta negra recién molida
  • Flor de sal (si usas Manchego menos curado)

Utensilios

  • Tabla de madera o pizarra para servir
  • Cuchillo bien afilado
  • Cuchillo de sierra pequeño para el membrillo
  • Bol pequeño para las nueces

Paso a paso

  1. Templar los quesos

Saca el Manchego y el Idiazábal de la nevera unos 30–45 minutos antes de servir. Así desarrollan mejor aroma y textura, igual que harías con una buena tarta de queso antes de degustarla.

  1. Cortar los quesos
  • Corta el Manchego en triángulos o bastones de unos 5–6 cm de largo y 1 cm de grosor.
  • Corta el Idiazábal en triángulos algo más pequeños, también de 1 cm de grosor.

La idea es que cada ración pueda comerse en 1–2 bocados.

  1. Cortar el membrillo

Corta el membrillo en láminas o pequeños rectángulos de tamaño algo menor que el queso, para poder colocarlo encima sin que se desborde. El grosor ideal es de 0,5–0,8 cm.

  1. Montar las raciones
  • Coloca las piezas de Manchego e Idiazábal alternadas en la tabla, formando una especie de corona o filas ordenadas.
  • Sobre cada porción de queso, añade un trocito de membrillo, como si fuera la capa superior de una mini tarta de queso.
  1. Añadir las nueces
  • Pica la mitad de las nueces groseramente y deja algunas enteras.
  • Espolvorea las nueces picadas sobre las raciones de queso y membrillo, y reparte las nueces enteras en la tabla para que la gente pueda picar más al gusto.
  1. Toque final
  • Si quieres un acabado más gastronómico, rocía ligeramente las raciones con unas gotas de aceite de oliva virgen extra suave.
  • Añade, si te apetece, unas hojas de tomillo fresco muy picado o un punto de pimienta negra recién molida.
  • Prueba un bocado y ajusta: si el queso es muy salado, no añadas más sal; si el membrillo es muy dulce, equilibra con un poco más de Idiazábal.

Información nutricional aproximada (por ración)

(Valores orientativos para 1 de las 4 raciones)

  • Energía: ~330–360 kcal
  • Proteínas: 14–16 g
  • Grasas totales: 24–26 g
  • Grasas saturadas: 12–14 g
  • Hidratos de carbono: 12–15 g
  • Azúcares: 10–12 g
  • Fibra: ~1 g
  • Sodio: Moderado–alto (por el queso curado)

Información dietética

  • Apto para: dieta sin gluten (si no se acompaña con pan con gluten), dieta baja en carbohidratos moderados.
  • No apto para: veganos, intolerantes a la lactosa (a menos que usen quesos específicos), dietas hiposódicas estrictas.

Maridajes de vino perfectos

La pregunta clave: ¿qué vino va mejor con estas raciones? Igual que buscas el vino ideal para acompañar una tarta de queso, con esta tabla la elección puede transformar la experiencia.

Qué buscar en el vino

Tienes cuatro elementos principales: salinidad y grasa del queso, ahumado del Idiazábal, dulzor del membrillo y amargor crujiente de las nueces. Eso pide:

  • Buena acidez: para limpiar la grasa del queso.
  • Cuerpo medio o medio-alto: que no quede apagado frente al Manchego e Idiazábal.
  • Fruta madura o ligera crianza: que armonice con el membrillo.
  • Tanino moderado si eliges tinto, para no chocar con el salado del queso.

1. Rioja tinto crianza

Un Rioja crianza (Tempranillo dominante) es un maridaje casi infalible. Su fruta roja madura, la acidez equilibrada y los toques de vainilla y especias de la barrica abrazan muy bien el Manchego curado y la nota ahumada del Idiazábal. El tanino suele ser amable, lo que evita choques con la sal del queso.

En El Corte Inglés o Carrefour puedes encontrar crianzas muy dignos entre 8–12 €, perfectos para este plato. Si optas por un Rioja con algo más de crianza, tendrás un maridaje más serio y contemplativo, ideal para una cena larga.

2. Ribera del Duero joven o roble

Si prefieres más potencia de fruta, un Ribera del Duero joven o con pocos meses de barrica funciona de maravilla. Su carácter de frutos negros, buena estructura y acidez algo más marcada limpian el paladar tras cada bocado de queso curado.

Busca vinos con mención Joven o Roble en vinotecas locales; suelen estar en el rango de 9–15 €, con mucha relación calidad-precio. Es un maridaje ideal para quienes suelen pedir tinto casi por costumbre, incluso cuando hay queso sobre la mesa.

3. Blanco de Rueda con algo de volumen

Un Verdejo de Rueda con buena acidez, notas de fruta blanca y, si puede ser, algo de trabajo sobre lías, encaja muy bien con el membrillo y aligera el conjunto. El toque herbal y cítrico limpia la grasa del queso mientras que la fruta acompaña al dulzor del membrillo.

En Carrefour y El Corte Inglés encontrarás Ruedas muy correctos entre 6–10 €, perfectos si quieres un maridaje fresco, casi como cuando acompañas una tarta de queso con un blanco aromático.

4. Albariño de Rías Baixas o Godello

Para un punto más gastronómico, un Albariño de Rías Baixas aporta una acidez vibrante, notas salinas y fruta de hueso que combinan de lujo con los quesos de oveja. Un Godello con algo de crianza en madera o lías también puede ser un acierto, aportando volumen en boca y matices minerales.

En muchas vinotecas locales tienes referencias muy interesantes en la franja de 10–15 €, ideales para cuando quieres que el blanco sea tan protagonista como el plato.

¿Y espumosos?

Si eres fan de los vinos espumosos, puedes maridar estas raciones igual que harías con una tarta de queso: un espumoso seco (Brut) con buena acidez y burbuja fina limpia el paladar y realza tanto el queso como el membrillo. Un buen Cava o un espumoso de otras zonas españolas funciona de maravilla.

Para afinar todavía más, apps como Vinomat te ayudan a ajustar el maridaje según el estilo exacto de tu Manchego, el tipo de Idiazábal que uses o incluso la intensidad del membrillo, proponiéndote vinos concretos que puedes encontrar en tu súper habitual o vinoteca de barrio.

Trucos y técnicas para bordar la receta

Aunque la receta es muy sencilla, hay detalles que marcan la diferencia, igual que pasa con una buena tarta de queso casera.

  1. Temperatura del queso

Nunca sirvas el Manchego ni el Idiazábal recién sacados de la nevera. A temperatura ambiente expresan mucho mejor sus aromas y su textura es más cremosa al paladar.

  1. Corte uniforme

Intenta que los triángulos o bastones de queso sean de tamaño similar. Eso hace que las raciones sean más equilibradas y estéticamente atractivas, casi como porciones de una mini tarta salada.

  1. Calidad del membrillo

El membrillo es tan protagonista como el queso. Si puedes, elige un dulce de membrillo artesano o de buena marca: la diferencia se nota. Una textura sedosa y un dulzor no empalagoso son clave.

  1. Tostar ligeramente las nueces

Saltea las nueces en una sartén seca a fuego medio durante 2–3 minutos, moviendo constantemente, hasta que desprendan aroma. Déjalas enfriar antes de picarlas. Ganarás sabor y un crujiente irresistible.

  1. Equilibrio de proporciones

No abuses del membrillo: debe complementar al queso, no taparlo. Una proporción aproximada de 2 partes de queso por 1 de membrillo suele funcionar muy bien.

  1. Varía las curaciones

Puedes combinar Manchego semicurado y curado, o Idiazábal ahumado y sin ahumar, para aportar más matices. El montaje sigue siendo el mismo, pero la experiencia se multiplica.

  1. Pan y compañía

Acompaña con un buen pan de masa madre o pequeñas tostadas finas. Igual que con una buena tarta de queso, la base cuenta: aquí el pan es el lienzo sobre el que montas tu bocado perfecto.

Cómo servir y presentar estas raciones

La presentación es media experiencia, y en un plato tan sencillo la estética marca la diferencia.

  • Tabla bonita: utiliza una tabla de madera oscura o una pizarra. Crea filas alternando Manchego e Idiazábal con el membrillo encima, como si fueran porciones de una tarta alineadas.
  • Alturas y volúmenes: juega con pequeños montoncitos de nueces aquí y allá, y deja algunas piezas de membrillo extra en un lado para quien quiera más dulzor.
  • Colores: el blanco–amarillo del queso, el naranja intenso del membrillo y el marrón de las nueces ya son muy fotogénicos. Puedes añadir unas hojas verdes (tomillo, romero, rúcula baby) para dar un toque de color fresco.
  • Temperatura de servicio: idealmente, sirve las raciones cuando el queso está ligeramente templado y el membrillo firme. No hace falta refrigerar una vez montadas si las vas a consumir en la próxima hora.
  • Momento del menú:
  • Como entrante: perfecto antes de un plato de cuchara tradicional, un arroz o incluso un gazpacho manchego.
  • Como tapa para compartir: al centro de la mesa, con varias copas de vino distintas para jugar con el maridaje.
  • Como postre salado: en lugar de una tarta de queso clásica, ideal para quienes prefieren acabar con queso.

Si organizas una comida temática manchega, puedes servir estas raciones junto a un buen gazpacho manchego o una versión propia de receta gazpacho manchego, y cerrar el círculo de sabores de la tierra maridando todo con vinos de La Mancha o de zonas cercanas.

Conclusión

Estas Raciones de Queso Manchego e Idiazábal con Membrillo y Nueces son, en el fondo, una manera de reinterpretar la tarta de queso a la española: mismas ideas de contraste y textura, pero en versión salada, sencilla y lista en 10 minutos. Perfectas para el tapeo, para acompañar una buena botella de vino o para sustituir al postre tradicional.

Te animo a que juegues con distintos estilos de vino –Rioja, Ribera, Rueda, Rías Baixas– y descubras cómo cambia cada bocado, igual que harías comparando versiones de tarta de queso en tus restaurantes favoritos. Con Vinomat puedes afinar aún más el maridaje, encontrando en segundos el vino que mejor encaje con el tipo de queso y membrillo que tengas en casa.

La próxima vez que pienses en preparar una tarta de queso o un picoteo especial, recuerda esta idea: una tabla de quesos con alma de tarta y corazón de bodega española.